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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Una idea que funciona (Javier Sampedro)

Los oncólogos están cada vez más convencidos de una hipótesis novedosa y rompedora. Dice que los tumores no son un mero crecimiento caótico de células enloquecidas, sino que se desarrollan, en el fondo, de una forma muy similar a los tejidos y los órganos sanos: a partir de unas pocas células madre programadas para dividirse y diferenciarse de una forma ordenada y jerárquica. Programadas, por tanto, para generar el tumor, y también para reproducirlo. La mera idea resulta en cierto modo aterradora, pero explorarla a fondo puede ser la única forma de vencer a los cánceres más insidiosos, los que se hacen resistentes a la mejor quimioterapia disponible para cada caso, e incluso a la extirpación.   La hipótesis no se puede considerar demostrada, pero en tan solo el último par de meses ha recibido unos apoyos experimentales difíciles de ignorar. Primero con tres trabajos publicados en Nature y Science sobre tres de los cánceres más refractarios al tratamiento, los de cerebro, piel e

Prologo de "La miseria del historicismo" (Karl Popper)

Con el fin de informar al lector de estos resultados más recientes me propongo dar aquí, en unas pocas palabras, un bosquejo de la refutación del historicismo. El argumento se puede resumir en cinco proposiciones, como sigue: 1. El curso de la historia humana está fuertemente influido por el crecimiento de los conocimientos humanos. (La verdad de esta premisa tiene que ser admitida aún por los que ven nuestras ideas, incluidas nuestras ideas científicas, como el subproducto de un desarrollo material de cualquier clase que sea). 2. No podemos predecir, por métodos racionales o científicos el crecimiento futuro de nuestros conocimientos científicos. (Esta aserción puede ser probada lógicamente por consideraciones esbozadas más abajo). 3. No podemos por tanto predecir el curso futuro de la historia humana.  

Hannah Arendt: “Qué es la Libertad”.

Las fuertes tendencias antipolíticas de la temprana cristiandad son tan familiares que la idea de que un pensador cristiano haya sido el primero en formular las implicaciones políticas de la antigua noción política de la libertad, nos parece casi paradójica.   La única explicación que viene a la mente, es que Agustín era romano tanto como cristiano, y que en esta parte de su trabajo formuló la experiencia política central de la Antigüedad romana, que era que, la libertad como comienzo deviene manifiesta en el acto de fundación. Pero estoy convencida de que esta impresión se modificaría considerablemente si lo dicho por Jesús de Nazareth fuera tomado más seriamente en sus implicaciones filosóficas. Encontramos en estas partes del Nuevo Testamento una extraordinaria comprensión de la libertad, y particularmente del poder inherente a la libertad humana; pero la capacidad humana que corresponde a este poder, que —en palabras del Evangelio— es capaz de remover montañas, no es la volu