En un pasado artículo sobre las protestas en Ucrania expresaba mis simpatías con los "indignados", a su vez que expresaba mis reservas y cautelas en relación a algunos aspectos no resueltos. Esta semana hemos podido asistir a una auténtico torbellino de acontecimientos: del acribillamiento a balazos de opositores con el consiguiente balance de entre 60 y 100 muertos, hasta la destitución por un parlamento menguado del presidente Yanukovich del rusófilo Partido de las Regiones y la liberación de opositora Yulia Timoshenko, encarcelada por el primero por "abuso de poder". Podría en estos momentos cantar victoria y las glorias acerca de la tenaz lucha del pueblo ucraniano por las libertades, contra la casta de apparachtniks post-comunistas reconvertidos al capitalismo y por su vocación europeísta. Sin embargo, en este momento justo, y sin negar que esta narrativa contenga un elemento de verdad mis reservas no han hecho sino aumentar. E irónicamente ha sido un ar