Por Alejandro Martínez Gallardo Po Existen muchas definiciones y entendimientos memorables del amor en la literatura y en la filosofía. Seguramente el más famoso e influyente de todos es el de Platón en El banquete , el cual representa una especie de iniciación para el alma occidental. Después de que los comensales afirman que el amor es un daemon -una divinidad que enlaza el cielo con la tierra- e introducen el famoso mito del hermafrodita, de donde se deriva la idea del alma gemela, es el turno de Sócrates, quien descansa su autoridad en lo que le ha narrado Diotima, sacerdotisa de Eros. Es esta figura semilegendaria, que luego sería objeto de innumerables poemas y personificaciones, la encargada de enseñar una doctrina anagógica del amor, es decir, del amor como una escalera que eleva el alma hacia lo divino o hacia la realidad última, en este caso, la belleza eterna. "El amor", dice Diotima, "es el deseo de lo bueno (y bello) para siempre". Un de