Los oncólogos están cada vez más convencidos de una hipótesis novedosa y rompedora. Dice que los tumores no son un mero crecimiento caótico de células enloquecidas, sino que se desarrollan, en el fondo, de una forma muy similar a los tejidos y los órganos sanos: a partir de unas pocas células madre programadas para dividirse y diferenciarse de una forma ordenada y jerárquica. Programadas, por tanto, para generar el tumor, y también para reproducirlo. La mera idea resulta en cierto modo aterradora, pero explorarla a fondo puede ser la única forma de vencer a los cánceres más insidiosos, los que se hacen resistentes a la mejor quimioterapia disponible para cada caso, e incluso a la extirpación.
La hipótesis no se puede considerar demostrada, pero en tan solo el último par de meses ha recibido unos apoyos experimentales difíciles de ignorar. Primero con tres trabajos publicados en Nature y Science sobre tres de los cánceres más refractarios al tratamiento, los de cerebro, piel e intestino. Y ahora con el trabajo de los científicos de Nueva York sobre el cáncer de próstata, responsable por sí solo de la muerte de 5.000 hombres al año en España. Hay cientos de tipos de tumores —ese es uno de los grandes obstáculos para luchar contra esta enfermedad—, pero tal vez no sea necesario comprobar la hipótesis en todos ellos antes de que los tratamientos experimentales contra las células madre empiecen a considerarse poco a poco una opción clínica.
El caso del cáncer de próstata es una ilustración perfecta del tipo de fenómenos implicados. Inicialmente suelen responder bien a los tratamientos hormonales, pero la mayoría de los pacientes acaban desarrollando resistencia a esas estrategias. La opción es entonces la quimioterapia con docetaxel, que funciona bien durante un tiempo. Pero, nuevamente, muchos tumores se hacen resistentes al tratamiento con ese fármaco. A partir de ahí no hay muchas más opciones terapéuticas, con resultados a menudo fatales.
Los científicos de Nueva York han identificado las células del tumor de próstata que, justamente, sobreviven a la quimioterapia con docetaxel. Y han demostrado que son células madre, por todos los criterios disponibles para calificarlas así. Entre otros, que son capaces de regenerar el tumor, y esta vez en una forma refractaria a la quimioterapia.
Las células madre tienen en común ciertos circuitos genéticos esenciales. Tal vez el descubrimiento más importante del nuevo trabajo sea que inhibir esos circuitos es capaz, en combinación con la quimioterapia convencional, de evitar la recurrencia en modelos experimentales. Es una idea que debe explorarse a fondo en todos los tipos de cáncer.
Javier Sampedro en 'El País'.
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