El pasado día 10 prometí a los lectores un análisis sobre la nueva situación política abierta tras la abdicación del rey D. Juan Carlos I en favor de D. Felipe VI. Con la demora queda poco que no se haya dicho y no podré evitar repetir algunos argumentos que no por manidos dejan de participar del sentido común que reivindico. Y de paso, aportaré ideas sobre la dificultad para la actual sociedad de articular instituciones y realidades ajenas a la "razón absoluta" ilustrada, sociedad a su vez postmoderna que no duda zambullirse en el pantano de los instintos más bajos en forma de telebasura o fanatismo futbolero. Argumento ya manido, lo principal para mí no es si un régimen tiene una forma republicana o monárquica, lo principal es que sea un régimen democrático constitucional, lo más transparente y participativo posible, en que el control ciudadano de las instituciones, el imperio de la ley y la separación de poderes limiten el uso despótico de éste. Y es en ese contexto