Por Alberto G. Ibáñez 25 junio, 2017 En el discurso inicial de Pablo Iglesias durante la pasada moción de censura, éste hizo una curiosa (por no decir estrambótica) interpretación de la Historia de España que venía a asumir básicamente el discurso de los separatistas: España no ha conseguido nunca consolidarse como nación mientras sus diversos territorios cuentan con una legitimidad propia no derivada de ninguna constitución española. La culpa sería de los borbones (franceses) aunque paradójicamente se asume como hecho evidente que España no es Francia. No se indaga mucho más. En consecuencia, a lo que podemos aspirar como mucho, casi por maldición histórica, sería a devenir una realidad plurinacional donde cada una de sus “naciones” (éstas al parecer sí) puedan decidir libremente su destino sin contar con el resto. La fórmula mágica para que pudiera funcionar un Estado así concebido (o lo poco o mucho que quedara de él) serí